INDUMENTARIA POPULAR
Indumentaria femenina
Íntimamente ligada con la joyería popular ibicenca está la indumentaria. La maravillosa vistosidad de estos trajes se debe a la ubicación pectoral de las «emprendades».
Según algunos historiadores los trajes típicos ibicencos tienen unas raíces antiquísimas y guardan estrecha relación con el Próximo oriente, junto con la presencia de característicos elementos mediterráneos, como el amplio sombrero de fieltro negro del traje de «gonella».
Según el Archiduque Luis Salvador de Austria, en su libro «Las Antiguas Pitiusas» comenta: «el traje de las mujeres es mucho más bonito que el de los hombres, de aspecto grato de ver, en especial los días de fiesta y los domingos las ibicencas se muestran sumamente graciosas…»
«Pese a que la vestimenta no es cómoda ni práctica, cierto es que los isleños guardan absoluta fidelidad…» una vez más sobresale el carácter conservador del pueblo ibicenco.
Actualmente todos los ibicencos e ibicencas nos sentimos orgullosos de nuestra indumentaria, tanto por su grado de pureza como por su originalidad. Se conservan tres trajes femeninos, dependiendo de la época, no de condiciones sociales como suele ser habitual en otras partes: la gonella, el traje blanco y el traje de color.
La gonella
Es el traje más antiguo que se conserva. Consiste en una estrecha túnica muy plisada desde la cintura, un delantal negro largo bordado en la parte superior en el que domina el color amarillo y con motivos geométricos. Ambas prendas eran hiladas, tejidas, confeccionadas y bordadas en la misma casa payesa.
Ciñe el busto un corto justillo con mangas postizas y botonaduras de plata u oro a juego con la emprendada, con un fino mantón blanco o amarillo de seda. Se cubre la cabeza con un pañuelo de tul blanco bordado o bien con un «cambuix» sobre el que se puede asestar un gran sombrero de fieltro negro o bien un «abrigai», especie de sayo rojo que se coloca sobre el pecho a modo de poncho alzando la parte posterior colocándola sobre la cabeza. Esta prenda está especialmente concebida para protegerse del frío.
En cuanto al pelo, en todas las épocas aparece alisado hacia atrás con crencha (clenxa) central, en algunas ocasiones festón de rizos en la frente y ancha trenza (coua) en cuyo extremo pende un lazo de vivos colores.
Otras cintas se fijan en el mantón para adornar la espalda. Van rectas casi de hombro a hombro, prolongando los extremos hasta caer sobre la túnica con la misma o aproximada longitud.
Así mismo, la sujeción de algunas joyas por medio de simples alfileres al mantón, se ocultaba con otras cintas.
En los pies «ses espardenyes» (alpargatas) de punta alta y cerrada, detalle diferencial de las alpargatas usadas por los hombres. Su manufactura es exclusivamente campesina y están confeccionadas con productos de la isla: el esparto y cáñamo para las suelas y blanca pita para la puntera y talón.
El traje blanco
Análogo a la «gonella» negra, pero en el traje blanco se sustituye la estameña de la túnica y el terciopelo o raso de las mangas, por tela más ligera, de hilo o algodón blanco, traduciéndose la esbeltez de aquella es una espléndida línea más holgada, abombada en las mangas y acampanada en las faldas.
Así mismo se sustituye el delantal por otro de aspecto mucho más ligero de raso o seda.
Esta adaptación parece que surge en el siglo XIX coexistiendo largo tiempo con el anterior, ya que sus características lo hacen indicado para distintas épocas del año y porque revisten diferentes caracteres: la «gonella» sobrio, el «traje blanco» eminentemente festivo.
Los mantones que acompañan el traje blanco son el amarillo de seda o bien uno de color oscuro con la cenefa pintada.
Es tradicional sobreponer a la cinturilla un pañuelo blanco bordado en punta.
Cubre la cabeza un pañuelo de encaje bordado.
Característica de este traje es la acampanada línea de su falda, fiel reflejo de los numerosos «rifacos» (refajos) que bajo ella se esconden. El número de «rifacos» dependerá del gusto personal aunque en ocasiones especiales como el día de bodas, pueden contarse hasta doce de ellos, siendo todos ellos de diferentes colores y bordados en la parte inferior.
Botonadura de oro guarnece las mangas, igualmente en base al gusto personal la botonadura será sencilla o doble.
La emprendada de oro cubre el pecho, conjunto de anillos también de oro lucirá la mujer ibicenca los días de fiesta.
Peinado, «espardenyes» y «abrigai» son elementos comunes ya descritos en el traje anterior.
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